Puede que un club tenga cancha y sede social, un estadio y microestadio, una dupla técnica y hasta un par de barras enfrentadas, pero nunca dos moles de cemento enormes proyectadas para convivir en armonía precaria. Y menos, si están demasiado cerca. Sucede con Independiente y Racing en Avellaneda, que están a un paso, pero los separa una clásica rivalidad. Boca podría ser el precursor de esta idea disparatada si prospera el proyecto de su presidente, Daniel Angelici. Como está por fracasar la iniciativa de comprarles sus propiedades a vecinos de la Bombonera, avanza la de levantar otro escenario. Tendrá más capacidad, pero transformaría el mítico anfiteatro inaugurado en 1940 en una cáscara vacía. Se techaría para organizar recitales de vez en cuando o practicar otros deportes. Los hinchas se oponen a su demolición; la dirigencia acusó recibo y por eso Boca conservará su vieja casa y al lado construirá una nueva. Ver para creer.
Oscar Moscariello, el vicepresidente 1º del club, le anunció a Página/12 cómo está a punto de derrumbarse el plan para ampliar la Bombonera. “El 65 por ciento de los vecinos aceptaría vender sus propiedades en las manzanas sobre la calle Del Valle Iberlucea, pero el resto no. Con uno que se oponga ya es imposible pensar en agrandar la capacidad del estadio. Estamos por repartir una nota entre los vecinos avisándoles que desistimos del proyecto.”
La iniciativa consistía en tirar abajo los palcos VIP inaugurados el 5 de mayo de 1996 y avanzar sobre la traza del barrio. Como no será posible, Angelici anticipó en mayo pasado desde Europa que ya cuenta con los inversores necesarios para construir otro escenario en los terrenos de Casa Amarilla. Su plan le permitiría cumplir con una promesa electoral: conseguir que más socios puedan ver los partidos en la cancha.
Pablo Abbatángelo es arquitecto, integra el Movimiento Vecinal por el Resurgimiento de la Boca del Riachuelo y lidera la agrupación La Bombonera, opositora a la actual conducción del club. Su opinión sobre el proyecto de Angelici es negativa: “El nuevo estadio en Casa Amarilla es un despropósito urbanístico de envergadura, más aún si se mantiene el viejo para espectáculos. Ningún urbanista avalaría implantar un estadio en la trama edificada de una ciudad y mucho menos a 150 metros de otro. Imagínese el caos vehicular que se generaría, ya que en la actualidad un alto porcentaje de los concurrentes asiste con vehículos. Necesitaría estacionamientos para veinte mil autos y ni pensar si los dos estadios funcionaran simultáneamente. Aislaría aún más a Barracas de La Boca y la conexión de aquélla con el Hospital Argerich. No resiste un estudio de impacto ambiental”.
Resulta evidente que el presidente y empresario de los juegos de azar ya apalabró a financistas que levantarán un estadio a medida. ¿Acaso un jeque de Dubai? ¿Quizá una compañía aérea como Emirates Airlines? La misma que construyó el del Arsenal inglés a cambio de un contrato para que llevara su nombre durante quince años. Situado en el barrio londinense de Ashburton Grove, ese escenario reemplazó al que estaba en Highbury, sobreviviente de los bombardeos alemanes en la Segunda Guerra Mundial, pero demolido en 2006. Los británicos tiraron abajo su viejo estadio donde ahora hay un complejo de viviendas. Para la Bombonera se planea una vida distinta.
Los cimientos de la obra que gestiona Angelici se colocarán ahí cerquita. “La idea es tirar Casa Amarilla y La Bombonerita y usar las dos manzanas de atrás”, le dijo el presidente a Radio La Red a principios de mayo. Fue cuando precisó que también había conversado con el jeque Sheij Mohammad Ibn Saqr Al Qassemi en Dubai, de quien dijo que “se mostró interesado”. Es difícil de imaginar un nombre tan largo para el estadio, como lo deslizó el presidente. O que le pongan el de una aerolínea extranjera. El marketing snob que plantea Angelici a partir de esta iniciativa le valió entre los hinchas más detractores que respaldos.
Roberto Digón, ex candidato a vicepresidente de la lista que lideró Jorge Amor Ameal en las elecciones de diciembre, dice que “Boca no va a ser dueño del nuevo estadio y si quieren demoler la Bombonera la gente se va a oponer, como ya quedó demostrado. El oficialismo tiene un negocio cerrado con los árabes para construir la cancha en Casa Amarilla”. Según Angelici, la sociedad con los inversores se extendería por diez años. El aforo sería para 75 mil espectadores y la obra contemplaría la construcción de un restaurante, estacionamientos, comercios, en definitiva, una especie de shopping futbolero.
Pero además de la idiosincrasia boquense, renuente a cambios notables como el abandono de la Bombonera –un templo en la cosmovisión del hincha promedio–, en el horizonte aparece otra dificultad para concretar el plan. El vice Moscariello, diputado del PRO en la ciudad de Buenos Aires, dice que deberá pasar por el filtro de la Legislatura porteña. Boca necesitaría de una “mayoría especial” para aprobar su iniciativa, del mismo modo que si materializara la ampliación de la Bombonera. El PRO, la fuerza macrista que gobierna, tiene 26 bancas sobre 60. Va de suyo que no le alcanzan los votos. Y tampoco desborda de adhesión popular el proyecto, pese a que la Bombonera quedó chica hace tiempo para los socios.
Fuente: Pagina 12
Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/deportes/8-199797-2012-07-29.html
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