“La museología es una ciencia social muy importante, que hoy muestra la identidad de un país y que permite que alrededor de ella se muevan muchísimos recursos económicos. Los museos artísticos actuales son inclusivos, interactuados y sería muy auspicioso que los de La Plata, con la trascendencia cultural de la ciudad, compartieran estos objetivos. Es el momento histórico de los museos”, dice la museóloga María Cristina García Pintos de Sábato, directora desde 1999 del museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín que se alza en la Vuelta de Rocha.
Este gran museo-escuela donado en 1936 por Quinquela tiene un capital emblemático que, indudablemente, es la obra del propio pintor. Pero se le vinieron sumando cuadros de prestigiosos pintores argentinos como Sívori, De la Cárcova, Fader, Berni, Soldi, Raquel Forner, Policastro, Victorica, Daneri, Diomede, Stagnaro y muchos otros, que son expuestos en forma rotativa. Dispone además de 300 esculturas y de 32 mascarones que integran una de las mejores colecciones de Latinoamérica.
“Quinquela fue un adelantado, fue el primero en la Argentina que tuvo en claro que el arte es un bien que pertenece al pueblo. Para eso creo y existe este museo. Esta es una idea que ya nadie se atrevería a discutir y entonces la rueda funciona sola, sin que pueda ser detenida”, añade.
El pintor de la Boca escribió hace varias décadas: “Un buen día se me ocurrió convertir ese potrero en una calle alegre. Logré que fueran pintadas con colores todas las casas de material o de madera y zinc que lindan por sus fondos con ese estrecho caminito (...) Y el viejo potrero, fue una alegre y hermosa calle, con el nombre de la hermosa canción y en ella se instaló un verdadero Museo de Arte, en el que se pueden admirar las obras de afamados artistas, donadas por sus autores generosamente”.
Ahora la platense García Pintos, a cargo del museo escuela Quinquela Martín que se alza frente al Riachuelo, fogonea un sueño parecido: “me encantaría que todo el barrio de La Boca, inspirado en la paleta y en los colores de Quinquela, se vea mejorado a través del arte y que se convierta en un museo viviente”.
Sobran datos curiosos. Así, puede hablarse de la activa influencia de mujeres de La Plata -museólogas, artistas- en lo que resultó ser la reactivación de uno de los museos más emblemáticos y pintorescos de la Argentina, al que visitan miles de turistas, de alumnos de colegios y de visitantes argentinos. “Al comienzo me ayudaron mucho Claudia West Ocampo, que colaboró en forma desinteresada al igual que Graciela Di María y Libel Acevedo. Ahora, con el museo escuela en pleno funcionamiento, todos los sábados dan conciertos Leticia Corral, pianista y su hermana la violinista Marisa Corral, ambas citybelenses”, dice García Pintos.
Está casada con el arquitecto Juan Sábato, sobrino del escritor y el matrimonio tiene dos hijos (Mariano y Juan). Hija del abogado Orlando García Pintos y de la también platense María Cristina Saraví Amaral, la museóloga esgrime su doble condición de platense y de descendiente de uruguayos, la mayoría de ellos conocidos periodistas y diplomáticos de Montevideo. “Uno de mis abuelos tenía que asilarse continuamente en la Argentina por eso de las peleas entre blancos y colorados, y eligió La Plata para radicarse”. Viven en una luminosa casa de City Bell, aledaña al camino Belgrano.
¿Dónde se formó como museóloga?
“Me gradué en la Universidad del Museo Social, en la ciudad de Buenos Aires. Ocurre que la Universidad Nacional de La Plata no tiene la carrera de museología. Siempre me gustó la literatura pero cuando descubrí la polisemia de un cuadro, es decir los múltiples significados que tiene, quise estudiar más a fondo. Pero también me ayudó mucho trabajar en forma voluntaria en el Museo Dardo Rocha y adquirir los conocimientos y la experiencia de Florencia Di Masi”.
¿Por qué no hay museología en la Universidad de La Plata?
“Ignoro el motivo. Pero siempre se le dio mayor importancia a la bibliotecología”.
¿Cómo llegó a su actual cargo?
Me incorporé al área de Cultura del gobierno de la ciudad en 1997. Dos años después me llamaron para decirme que estaba vacante la dirección del Quinquela y me ofrecieron el puesto.
El Museo tendrá ayuda privada...
“Sí, hay muchos esponsors. Muchas grandes empresas nos ayudan. Vea, el museo recibe más de 130 mil visitantes al año. Vienen unos 400 escolares por día, de escuelas de todo el país. Todo eso exige contar con una buena estructura. Nosotros preservamos la obra Quinquela, pero se la ido sumando obras de los mejores pintores argentinos del siglo XX.
Quinquela tuvo gran aceptación y la gozó en vida, pero también tuvo detractores...
“Si, es así. No era un académico. Pero esos detractores ignoran que Quinquela se formó con un gran maestro, como lo fue Alfredo Lazzari. Y que después fue a Francia y a Italia muy joven y que tuvo un gran éxito en sus exposiciones, contactándose allá con grandes personalidades de la cultura. Fue honrado por muchos y aquí fue apoyado siempre por el entonces presidente Marcelo T. de Alvear y por su esposa Regina Pacini. Habría que recordar que fue un hombre de origen humilde, que estuvo en un hogar de niños huérfanos, hasta que fue adoptado por un carbonero de la Boca , que se apellidaba Chinchela. Bueno, cuando volvió triunfador y con dinero, él les compró una casa y se las regaló. Allí fue cuando tuvo la idea de hacer un complejo educativo y cultural para la Boca y donárselo al Estado.
También creó la famosa Orden del Tornillo.
“Así es. En ella estaba el espíritu de Quinquela. Se le entregó a grandes personalidades mundiales, como Toscanini o Chaplin. Había que tener talento y algo de locura luminosa -como decía él- para merecer esa distinción. Cuando él falleció en los 70, poco después nosotros actualizamos esa iniciativa creando el Tornillo Siglo XXI, que se le otorga siempre a personas creativas y, si se quiere, algo lunáticas también. Hay una anécdota muy linda, cuando le entregaron el tornillo a Chaplin. Como el actor estaba enfermo la distinción la recibió su hija Geraldine y Quinquela, al entregarle el tornillo, le dijo: “por favor, no se lo ajuste demasiado. A ver si se vuelve cuerdo”.
¿Cuáles serían los valores esenciales en Quinquela?
“Bueno, que fue un pintor popular, que le llevó arte a muchísima gente. Que buscó la inclusión cultural del barrio. Y que, además, fue el primero que hizo una instalación artística en el país. Me refiero en este caso a la maravilla de la calle Caminito, una iniciativa que forjó junto al autor de ese tango Juan de Dios Filiberto. En realidad Quinquela fue -y sigue siendo- un moderno.
¿Cómo daría comienzo la empresa de “quinquelizar” -aún más- el barrio de La Boca?
“Primero habría que utilizar la paleta quinqueliana. Algo que justamente se pudo obtener a través de investigaciones realizada por arquitectos de la UBA. Este estudio de profesionales permitió llegar a los verdaderos colores quinquelianos y sería entonces con esos colores primigenios con los que se pintaría el barrio, no con colores elegidos al azar. Después habrá que elegir primero las casas vacías y los muros o paredones que pueden ser pintados. En los últimos tiempos se logró transformar el museo-escuela de Quinquela, que no tenía siquiera personal. Había en total doce empleados, de modo que no se realizaban las visitas guiadas, no había salas de restauración de cuadros, no había actividades musicales, estaba todo muy caído. Sería bueno ahora ver el barrio de La Boca tan transformado como ocurrió con el museo”.
¿Cuántas obras de arte hay en el museo?
“En total son 1.200 cuadros que sintetizan la mejor pintura argentina. Hay 300 esculturas de artistas argentinos. Y están los 32 mascarones de proa, que integran una colección mucho más valiosa que la de Neruda. Sabe, una vez vino un estadounidense y le ofreció a Quinquela una fortuna por los mascarones. Pero Quinquela no quiso vender ninguno.
La museóloga García Pintos -a quien la Ciudad Autónoma de Buenos declaró en diciembre pasado “Personalidad destacada de la Cultura”- no duda al señalar cuál sería la mejor fórmula para lograr una segura reactivación de los museos artísticos en nuestro país: “Es clave que se sancione de una buena vez la ley del mecenazgo artístico. Eso facilitará mucho el despegue definitivo de los museos. Pero además tendría que unificarse la legislación en todo el país, para que el tratamiento sea uniforme en todos lados”. Esa ley -que por ahora sigue siendo un proyecto- procura estimular la participación privada en la financiación de proyectos culturales y en el apoyo al desarrollo, investigación y difusión de la actividad cultural.
Fuente: El Dia
Link: http://www.eldia.com.ar/edis/20120805/es-momento-historico-museos-septimodia0.htm
“En total son 1.200 cuadros que sintetizan la mejor pintura argentina. Hay 300 esculturas de artistas argentinos. Y están los 32 mascarones de proa, que integran una colección mucho más valiosa que la de Neruda. Sabe, una vez vino un estadounidense y le ofreció a Quinquela una fortuna por los mascarones. Pero Quinquela no quiso vender ninguno.
La museóloga García Pintos -a quien la Ciudad Autónoma de Buenos declaró en diciembre pasado “Personalidad destacada de la Cultura”- no duda al señalar cuál sería la mejor fórmula para lograr una segura reactivación de los museos artísticos en nuestro país: “Es clave que se sancione de una buena vez la ley del mecenazgo artístico. Eso facilitará mucho el despegue definitivo de los museos. Pero además tendría que unificarse la legislación en todo el país, para que el tratamiento sea uniforme en todos lados”. Esa ley -que por ahora sigue siendo un proyecto- procura estimular la participación privada en la financiación de proyectos culturales y en el apoyo al desarrollo, investigación y difusión de la actividad cultural.
Fuente: El Dia
Link: http://www.eldia.com.ar/edis/20120805/es-momento-historico-museos-septimodia0.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario