El pintor Benito Quinquela Martín fue muchos hombres. Nació pobre y huérfano, trabajó en el puerto, tocó el éxito con el arte, viajó por Europa y Estados Unidos y nunca dejó de ser un habitante de La Boca preocupado por los vecinos. La muestra que acaba de inaugurar el museo que lleva su nombre, a metros de Caminito, deja en claro la mirada del artista que probó su época desde distintas dimensiones. Se llama Quinquela y la máquina y explora la relación del hombre con el progreso tecnológico.
En 24 aguafuertes en blanco y negro del artista boquense –creadas entre 1939 y 1941– y cinco óleos de diferentes épocas, se ven enormes maquinarias portuarias, hélices, grúas y perfiles de ciudades futuras imaginadas del otro lado del río, con rascacielos y chimeneas. También, hombres que trabajan colgados en monstruos metálicos. Algunas imágenes opresivas. En otras, hay dignidad. La ilusión del progreso indefinido. “El subtítulo de la muestra es ‘el espíritu de la modernidad’ porque desde su lugar, Quinquela interpela lo que estaba sucediendo en el mundo del trabajo en una escala universal”, dice Víctor Fernández, director del Museo Quinquela Martín.
Si bien otros movimientos artísticos habían hablado de la irrupción de las máquinas a comienzos del siglo XX, el maestro de La Boca alza la voz desde su barrio. La explosión demográfica de La Boca se había potenciado con la llegada del ferrocarril, en 1860. Y la tecnología modificaba el paisaje del puerto. A esa realidad, Quinquela suma especulaciones sobre el futuro.
En esos trabajos, las maquinarias le quitan presión al músculo, pero al mismo tiempo reducen el tamaño humano. En La ciudad futura, una de las aguafuertes, se ve una línea divisoria que atraviesa el grabado. A lo lejos, rascacielos lujosos, en blanco, en una suerte de premonitorio “Puerto Madero”. En el plano cercano, obreros cargando y subiendo yunques, en las sombras. ¿Construyen una ciudad de la que no serán parte?
En Rascacielos, otra aguafuerte, se ven sogas, edificios y obreros a toda velocidad. Con los brazos extendidos, como en señal de triunfo, parecen héroes. “Para Quinquela, el trabajo incluía movilidad social. Se ubica en el punto medio de esa contradicción, el ‘progreso’ puede traer diginidad o explotación”, describe Fernández. Otra imagen: el óleoDespués de la explosión (1950). Trabajadores reparan un buque que, al mismo tiempo, parece una bestia que los devora.
En el texto curatorial, Yamila Valeiras, explica sobre la propuesta: “Nos invita a reflexionar sobre el vínculo automatizado que los hombres entablan con lo mecánico, sobre todo en nuestros días, cuando los dispositivos, ahora electrónicos, dejan de ser herramientas para convertirse en extensiones del propio cuerpo”. ¿Nos pueden complementar y asfixiar al mismo tiempo?
La muestra suma obras de artistas contemporáneos que hacen su propia interpretación. Se pueden ver fotos de Silvina Babich, grabados de Marta Pérez Temperley así como obras de Lucio Vega, Eleonora Butin y Leandro Frizzera vinculados con el tema.
Fuente: Clarín
Link: http://www.clarin.com/cultura/Quinquela-larga-pulseada-gente-maquinas_0_1665433566.html
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