La Boca es uno de los destinos turísticos imperdibles en la Ciudad de Buenos Aires, con un escenario donde se montan las señales de las migraciones y viviendas de antaño. Detrás se esconde el triste privilegio de una población barrial que vive en condiciones paupérrimas. Los conventillos, además de conservar la mística arrabalera y las marcas de esa época, albergan a sus habitantes en situaciones de extrema fragilidad y hacinamiento.
Como en primavera, a su alrededor florecen los emprendimientos urbanos que se van apropiando de sectores, a través de la expulsión y la usurpación, apelando a maniobras espurias con ribetes de legalidad. Estos últimos años se viene incrementando el cierre de paradores, centros culturales, tal como sucedió en otros barrios, sobre todo en la zona sur. Cada tanto se repiten las muertes de niños y adolescentes como consecuencia de la precariedad y la falta de políticas públicas destinadas a los sectores más frágiles de la sociedad y muchas veces por causas poco claras. Tal es lo que aparece como un funcionamiento regular y repetitivo en este barrio y que también se puede constatar en otras latitudes ciudadanas. Una de tantas batallas arduas por conservar los espacios públicos como por ejemplo el Parque Lezama o evitar la demolición del Centro Educativo Isauro Arancibia que tuvieron que dar docentes y alumnos con el apoyo de toda la comunidad, para no perder un lugar destinado a adolescentes y adultos en situación de extrema labilidad, muchos en situación de calle, que solo cuentan con este único recurso de sostén. Incendios recurrentes de conventillos, justo antes de un desalojo o cuando cambian los propietarios de los inmuebles. Un territorio sobre el cual las políticas públicas han promovido la instalación del llamado Distrito de las Artes y donde también está en marcha el proyecto para extender Puerto Madero, destinado a fines comerciales y especulativos. Muchos otros ejemplos, harían interminable la lista de injusticias que las políticas deliberadas del gobierno ciudadano, hace recaer sobre un sector de la población, que cotidianamente padece la desigualdad por su condición social.
No estamos en todo
Todo sucede como en una melodía, al mismo tiempo que las políticas de vivienda y contención social están ausentes de la agenda pública, la salud pública está en terapia intensiva y la educación pública sufre la asfixia, mientras al unísono suena la falta de recursos. Todo ocurre en una sucesión lineal, ordenada y coherente que parece componer los acordes de una partitura, así son como rechinan las políticas del actual gobierno ciudadano, desafinando en el mismo sentido, aunque ya tiene garantizados cuatro años más de gestión.
En La Boca hace bastante que es vox populi que los terrenos de Casa Amarilla los van a destinar al club de los amores y las oportunidades para Mauricio Macri; ese que le permitió dar un salto a la política. Esas tierras deberían estar destinadas a la construcción de viviendas sociales, por la crisis habitacional que padecen los sectores de menores recursos, sin embargo la intención privatizadora y los negocios los proyectan para otros fines. Una función social necesaria que no está prevista en la gerencia Pro de la Ciudad, que lleva casi una década.
Pero no todo está perdido. A este resumido inventario de las desventuras del pueblo de la ciudad, se opone, en diferentes lugares del espacio porteño, la organización y la lucha que disputan derechos. Hace pocos días se realizó una Maratón desde la Villa 31 hasta la Rodrigo Bueno por la Urbanización Ya, con la alegría de juntarse con otros, en donde participaron distintas organizaciones de los territorios más poblados y castigados por estas políticas públicas en la ciudad. La solidaridad y la lucha compartida por la dignidad de una vida mejor.
En La Boca, los habitantes también se vienen organizando y conformando distintos espacios para enfrentar estas políticas de exclusión, expulsión y muerte. La Boca Resiste y Propone aparece como una multisectorial que comparte la firme decisión de peticionar por los derechos a la vida digna con diferentes iniciativas como marchas, pintando murales, haciendo asambleas barriales. En la Cooperativa de Vivienda Los Pibes, CO.VIL.PI., donde la organización logró la vivienda digna, hay un espacio semanal de encuentro con los vecinos, en donde se impulsa la organización colectiva que facilite a otros el acceso a una vida digna. Mientras tanto se vienen constituyendo algunas cooperativas para gestionar la vivienda, en aquellos lugares alcanzados por las políticas de expulsión y destrucción, que no tienen ni la menor contención para quienes los habitan.
Todo un entramado recorre los sectores populares, en La Boca y en otros barrios de la ciudad, que tienen la sabiduría de recurrir a lo colectivo, porque hace mucho que entendieron que el individualismo ha sido la política que favoreció los intereses especulativos que los alcanzan para destruirlos. Organizarse para luchar y resistir: la herramienta más clara para una salida.
Fuente: Marcha
Link: http://www.marcha.org.ar/la-boca-luchar-para-sobrevivir/
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