No tiene la fama y el tamaño de su “hermana mayor”, la Usina Pedro de Mendoza que, a pocos metros, ocupa un cuarto de manzana. Sin embargo tiene su mismo origen: ambas son obras del arquitecto italiano Giovanni Chiogna, aquel hombre nacido en Trento que un día, como tantos compatriotas, se embarcó en Génova en el vapor Formosa y recaló en Buenos Aires para hacerle su aporte a la Ciudad. También tienen en común su pertenencia porque, desde principios del siglo pasado, las dos se mantienen firmes en el barrio de La Boca. Y aunque durante años tuvieron la misma misión, hoy están en caminos diferentes: una se convirtió en la Usina del Arte, un sitio para darle luz a la vida cultural; en cambio la otra, llamada Subestación Pérez Galdós, se recicló para seguir aportando energía.
La Subestación Pérez Galdós está justo detrás de la Usina del Arte, sobre la avenida que lleva el nombre de Benito Pérez Galdós (1843-1920), novelista, dramaturgo, cronista y político español, quien fuera miembro de la Real Academia Española y en 1912 nominado al Premio Nobel. El edificio, pensado por Chiogna y construido por la empresa Christiani y Nielsen, fue inaugurado en 1931, sobre un terreno de casi 1.500 metros cuadrados. En sus orígenes perteneció a la Compañía Italo Argentina de Electricidad y formó parte de la serie de edificios que el arquitecto italiano realizó para esa empresa. Fueron unos 200 y se convirtieron en la marca identificatoria de la CIAE.
Conocidos en algún momento como “los palacios de la luz”, todos eran edificios parecidos pero distintos y marcaron una nueva estética en lo que se refiere a construcciones industriales. Con un estilo que siguió los lineamientos del Románico lombardo, se parecen más a castillos que a galpones, ya que fueron construidos con basamentos de piedra y ladrillos a la vista. Y así quedaron como hitos estilísticos de la arquitectura industrial de Buenos Aires. Eso es lo que generó que muchos sean ahora considerados parte del Patrimonio Histórico de la Ciudad y quedaran protegidos por la Ley de Preservación Patrimonial.
Como la Subestación Pérez Galdós forma parte de esa historia es que ahora, respetando lo que marca la ley, fue recuperada para ser parte de la red de alta tensión de la empresa Edesur, que desde 1992 es la encargada de distribuir y comercializar un insumo vital como la electricidad en el sur de la Ciudad y en 12 partidos del Gran Buenos Aires. El trabajo hizo que no sólo se pusiera en valor el tradicional edificio que está detrás de la Usina del Arte, sino que también aumentará la potencia. Y además permitió que se instalaran dos nuevas salas de alta tensión con dos transformadores y el posterior desarrollo de su red de media tensión. Según estiman los técnicos, esta recuperación empezará a rendir sus frutos en un par de meses y beneficiará a más de 40 mil usuarios de San Telmo, La Boca, Barracas y Puerto Madero.
El edificio de la avenida Pérez Galdós 37 seguirá cumpliendo la función para la que fue pensado en el siglo pasado. Pero otros de aquellos “palacios de la luz” diseñados por Chiogna se mantendrán en pie con otra energía, aunque no tenga relación con la electricidad. Es el caso del que se conoció como Subusina Montevideo, en el barrio de Recoleta. Levantado en la calle Montevideo 919, fue construido en 1915 y desactivado en 1990. Sin embargo, en agosto de 1999 comenzó a ser remodelado respetando también sus líneas originales. Ahí, en esos cuatro pisos y su torre, se instaló el Museo del Holocausto que en Buenos Aires está destinado a mantener viva la memoria de lo que fue el genocidio del pueblo judío. Lo inauguraron el 25 de septiembre de 2000. Pero esa es otra historia.
Fuente: Clarín
Link: http://www.clarin.com/ciudades/Usina-da-luz_0_1204079705.html
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